A quien contempla la vida con mente curiosa y humilde corazón, la vida le regala infinitos motivos de admiración. Pónganse a pensar cuántos infinitos motivos tenemos en el día a día: desde el trino de los pájaros, hasta la sonrisa de un niño, desde el amanecer, hasta el anochecer, desde que siembras una semilla de cilantro, hasta que la disfrutas en tu comida del día…
Desde que das un beso y recibes una sonrisa hermosa a cambio. Desde que cumples años y te sientes agradecido de estar sobre este mundo, cumpliendo tu misión de vida…
Tanto por qué admirarse, tanto qué agradecer minuto a minuto. Y más en estos momentos en que estamos padeciendo una pandemia mundial, cada minuto de vida debe agradecerse al máximo, por seguir aquí, en este mundo, contemplando sus bellezas y aprendiendo sus lecciones.
Honrar la vida es vivir con la actitud de los viajeros que captan los matices de los fugaces instantes. Abiertos al asombro. Intuyendo lo maravilloso. Observar, escuchas, tocar, oler y saborear como si fuera la primera vez, cada vez.
Honrar la vida es aceptarla en su diversidad. Te sientes vivo cuando aceptas la vida con todos sus matices. Todo cuenta. Tanto silencio y sombra como canción y luz. Apreciar en las diferencias la riqueza de la vida que somos.
Algo que tiene mucho que ver con desarrollar tu capacidad de empatía.

La sinfonía de la vida requiere variados instrumentos y compases. Con paciencia, compasión y tolerancia lo comprendes y disfrutas del concierto. Cuando vamos a un concierto de una Orquesta Filarmónica, por ejemplo, tenemos que tener la paciencia de escuchar cuando el primer violín les dé el tono a la orquesta y todos afinan de acuerdo al primer violín. Y uno está allí escuchando con paciencia, con asombro y con deseos de que ya comiencen a interpretar tus melodías favoritas.
Pero si estamos impacientes, y no tenemos la paciencia de esperar a que el primer violín de la pauta, allí estás dejando de disfrutar un maravilloso concierto, en el que se enlazan las notas altas con las bajas, los acordes alegres con los tristes, el compás cambia a medida que el Director de orquesta, va llevando la melodía que todos tienen que interpretar. Así es honrar la vida, siguiendo el ritmo, el flujo de la melodía, esperando con asombro cuando llegan las notas altas y llega a la cúspide tu melodía favorita…
Honrar la vida es experimentarla sin resistencia: Puedes aceptar de antemano que la vida es continua mudanza y transformación y prepararte para fluir sin resistencia en ese movimiento de continuo cambio. Mi palabra favorita para llevar la vida, es fluir, hay que fluir con los acontecimientos, como se presenten, poniendo la mejor cara, siendo resilientes con lo que estemos pasando…

Aceptar que en la vida todo es temporal es también asumir que siempre hay algo que descubrir y, por eso, vivir, es una aventura.
Honrar la vida es aceptarla con sus luces y sus sombras, su vacío y su plenitud. Igual que un pintor logra los tonos más bellos mezclando colores, en la vida surgen nuevos órdenes y armonías del creativo caos.
Honrar la vida es, más allá de miedos, obstáculos y dificultades, seguir dándole un sí a la experiencia de vivir, pues cuanto más temes la vida menos vida te quedará para amar.
Aceptar las estaciones del año, disfrutar con lo que cada una ofrece y hacer lo mismo con cada una de las etapas de la vida. Así aprendes a observar lo hermoso que trae la primavera con sus colores, aromas, sus verdores, sus árboles llenos de retoños tiernos, así es como aprendemos a vivir, contemplando las estaciones del año. La Tierra es la mejor maestra, porque nos enseña a fluir, a desprendernos, a renovarnos, a reiniciarnos, a reinventarnos, en cada estación del año.
Has aprendido a vivir si, con la misma serenidad que el atardecer, si aceptas que el verano terminó y sigue el turno del otoño, y después del frío invierno….
Has aprendido a honrar la vida cuando aceptas envejecer y morir…

Honrar la vida es apreciarla. “Estés donde estés y hagas lo que hagas, durante tu jornada, honra tu existencia y agradece el camino que te lleva, el sueño que te eleva y el alma que te anima.
Contempla con consideración lo que, a tu alrededor, por pequeño que sea, también sueña; y juega a transmitir confianza, compromiso y esperanza,” (Lo que el corazón quiere contemplar).
Deja que te inspire la belleza a tu alrededor. Solo tienes que buscarla y cultivar tu capacidad de atención para que puedas descubrir no solo lo que puede mejorarse sino lo que ya es una maravilla.
No permitas que el muro de la negatividad te lo impida ver. Permítete pausas y silencios para apreciar y agradecer. Con agradecimiento puedes ver la vida como un regalo a descubrir, desenvolver y disfrutar. “Empieza buscando, en la circunstancia que afrontes, algún motivo de estimación y, por pequeño que sea, siente gratitud.
Luego disponte a vivir esa situación con alegría de ser; afrontándola, en la medida que te sea posible, con ternura, sencillez y sentido del humor. Abraza esa experiencia con todo el amor que logres sentir y quédate en paz por haber puesto en este momento tu mejor voluntad.” (Lo que el corazón quiere contemplar)
Honrar la vida es cuidarla. E intentar mejorarla a nuestro paso. Vivir la vida es cuidar tu cuerpo, cuidar lo que le das a tu cuerpo, cuidar lo que comes, lo que bebes, lo que respiras, lo que miras a tu alrededor. Es cuidar nuestro templo que es nuestro cuerpo como un regalo invaluable y respetarlo siempre.
Es tratar con respeto todos los aspectos de la vida incluidos nosotros mismos. La vida es una trama de colaboración donde todo cuenta y con todo hay que contar. Al cuidar nos cuidamos, al ayudar nos ayudamos. Honrar la vida es apoyarnos mutuamente para entre todos, sostenernos y sostenerla.

Honrarla es salir del balcón de la indiferencia y la pasividad y cultivarla en la forma que mejor sepamos para engrandecerla.
Cultivar nuestras semillas de plenitud para contribuir con nuestros talentos.
Honrar la vida también es soñarla en nuevas facetas y con otros horizontes. Y es apoyar esos sueños hasta lograr hacerlos realidad.
Los invito hoy a sentir el amor por la vida, el amor por todo lo que nos rodea, a sentir ese amor por la canción que canta cada corazón y por el canto común, canto en unión, al comprobar que todo puede ser permitiendo y colaborando a que todo lo demás también lo sea.
Honrar la vida es celebrarla. “Procura mantener encendida una vela de cera de abeja en tu hogar, un rato cada día, para recordar que la vida es algo a celebrar.
Procura encender una varita de incienso de sándalo o el que más te gusta, para ayudarte con esta intención, cada mañana, pregúntate: ¿En el día de hoy qué es lo que voy a hacer motivo de celebración? Elige algo distinto cada vez, entre todo aquello que valores y esté presente en tu experiencia. Y al llegar el anochecer comprueba que has vivido algún momento de admiración, agradecimiento y alegría al encontrarte con aquel aspecto de la vida que has decidido honrar y celebrar.”
La vida, con sus luces y sus sombras, es motivo de celebración si tienes ojos para admirar, corazón para agradecer y abrazos para compartir.
En el fondo de la vida siempre queda mucha espontánea alegría y mucha inocencia por nacer. Abraza la vida con aceptación y ámala con osadía, entrega y creatividad

Nuestra experiencia compartida de pérdida y aislamiento nos une en todo el mundo. Reconocemos que, si bien el virus no discrimina, su impacto es proporcionalmente diferente en todo el mundo.
Honrar la vida es experimentarla sin resistencia: Puedes aceptar de antemano que la vida es continua mudanza y transformación y prepararte para fluir sin resistencia en ese movimiento de continuo cambio.
Aceptar que en la vida todo es temporal es también asumir que siempre hay algo que descubrir y, por eso, vivir, es una aventura. Honrar la vida es aceptarla con sus luces y sus sombras, su vacío y su plenitud. Igual que un pintor logra los tonos más bellos mezclando colores, en la vida surgen nuevos órdenes y armonías del creativo caos.
Honrar la vida es, más allá de miedos, obstáculos y dificultades, seguir dándole un sí a la experiencia de vivir, pues cuanto más temes la vida menos vida te quedará para amar. Aceptar las estaciones del año, disfrutar con lo que cada una ofrece y hacer lo mismo con cada una de las etapas de la vida. Has aprendido a vivir si, con la misma serenidad que el atardecer, aceptas envejecer y morir. Honrar la vida es honrar también la muerte como parte de ella y que cuando llegue estemos conscientemente vivos y con la misma curiosidad, ante esa parte del misterio, que al nacer.
Honrar la vida es cuidarla. E intentar mejorarla a nuestro paso. Es tratar con respeto todos los aspectos de la vida incluidos nosotros mismos. La vida es una trama de colaboración donde todo cuenta y con todo hay que contar. Al cuidar nos cuidamos, al ayudar nos ayudamos. Honrar la vida es apoyarnos mutuamente para entre todos, sostenernos y sostenerla.

Mas allá del mar de las caídas
Es igual que darle a la verdad
Y a nuestra propia libertad, la bienvenida
Eso de durar y transcurrir
No nos da derecho a presumir
Porque no es lo mismo que vivir
Honrar la vida…
Triny Terrazas – Sabiduría milenaria.